LA MEMORIA DE REMEDIOS Como tantas noches desde hace meses, después de calcular que su estómago había completado con éxito la digestión de la pieza de fruta y el yogur desnatado clesa , Remedios se retiraba a paso resignado a su minúscula habitación de la residencia en compañía de la cuidadora de turno. Antes de acostarse tenía la mujer la sana costumbre de reordenar lo ordenado y pasar un trapo y un multiusos a los pocos enseres del básico rectángulo que ahora definía su vida. Ya estaba en la cama dispuesta a apagar la luz y descansar cuando vio una diminuta huella en el pie mismo de la lámpara de la mesita, sacó del cajón un pañuelo de tela Guasch , sus favoritos, exhaló vaho sobre el metal dorado y comenzó a frotarlo con ánimo casi masturbatorio. Como consecuencia de la fricción o de la imaginación de la anciana, eso poco importa, surgió en el haz luminoso de la lámpara un espectro etéreo y verdoso de apariencia bonachona que desperezándose trataba de adaptarse a su nueva ...
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