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Mostrando entradas de agosto, 2020

FLASHBACK

Este viaje, que enseguida contaré, fue el último que mamá y yo hicimos juntas, y surgió de la fatalidad y las obligaciones del corazón. Por su parte, estaba latente el explícito deseo por volver donde todo empezó y acabar descansando eternamente en su tierra, junto a mi padre, su primer y único amor. Por la mía, aunque oculta y tardía, la necesidad de obedecerla por una vez en la vida, a pesar de su ausencia física, pues solo me quedaban sus cenizas y su póstumo mandato. Soy Irene Matas, hija única de la médica Isabel Hortelano, viuda del pintor Antonio Matas, mi padre, claro está. El pobre murió hace más de diez años de cáncer de pulmón, tenía cincuenta años, yo solo dieciséis. Una putada enorme. Mamá falleció de covid-19 el pasado catorce de mayo en el mismo hospital de Barcelona donde consiguió plaza fija desde que llegamos, el Vall d'Hebron. Papá marchó con ella y sus pinceles a la Ciudad Condal, siempre a su lado. Yo iba de polizón en sus tripas. Todavía vivo en el piso de