Mi madre decía que al niño lobo la luna le traía sin cuidado, pero yo, por si acaso, las noches de plenilunio las pasaba en vela mirándole gruñir, durmiendo en la cama de al lado. Miedo no tenía, que él solo era un renacuajo y yo un mozo ya espigao , aunque algo de resquemor sí, porque desde aquel domingo que mi padre lo trajo a la casa no volvimos a saber nunca de mi hermana y mi madre ya no pudo pasar un día entero sin echar un lloro a cada rato. Le llamamos niño lobo porque, además de criarse muy peludo y renegrío , mi padre lo encontró recién parido junto a una lobera y aullando como un animalico. A mí me extrañó mucho que siendo día de guardar se le antojase al hombre ir al monte a coger collejas con mi hermana, pero es lo que él nos dijo, y yo le creí. El caso es que al volver de misa nos encontramos al niño lobo desnudo y panza arriba junto a la lumbre y a mi padre calentando un barreño de agua y vertiendo leche con un embudo en una bota de vino. Entonces, mi mad...
celadaperezjavier@gmail.com