Yo
jamás miro la hora, ni falta que me hace. Sé que es cerca de mediodía porque
apenas hay sombra en las aceras; además, ya está abierto el parlamento y los
viejos del pueblo han ocupado sus escaños en los poyetes de la báscula de la
carretera, flemáticos y grises, como una especie de rinocerontes en peligro de
extinción. A debate, la polémica decisión de la alcaldesa de no incluir en el
programa de las fiestas de mayo la caldereta popular, por falta de cuartos,
según ella, y la aprobación del gasto tope por cabeza para hacerle un regalo al
Terencio por su cien cumpleaños. En el plano internacional, varios contertulios
comentan la última desfachatez de Kim Jong-un, «el chino ese mantecoso», «es
coreano, chorras». Todos creen saber lo que es un coreano, aunque por aquí no
se haya visto a ninguno en persona.
El tráfico en este momento registra su mayor
concentración en la entrada al municipio; llegan en caravana: el del pan, el
hortelano y Nemesio el del correo, que cada día se ofrece para acercar con su
furgoneta hasta el ambulatorio de la Motilla a quienes tengan que hacerse
análisis, tomar el sintrom o visitar al médico de guardia, mientras él,
aprovecha para recoger la correspondencia y hacer los mandaos, que no son
pocos. De salida hay menos movimiento para ser hora punta. Solo he visto pasar
al de la Romualda, que le han cambiado otra vez el turno en la gasolinera.
Bueno, y a Casiano con la bici, pero eso no cuenta.
Es verdad que de un tiempo atrás se ven
muchos guachos en bicicleta por los campos, y hasta corriendo sin “ná”,
que digo yo que dónde “chorras” irán. También hay bastante afición por el fútbol,
el frontón y la petanca, pero los deportes más practicados siguen siendo el
dominó, el tute y el matarratas. A mí me gusta el último, y pude fichar al
Evaristo de pareja, que juega del copón, pero la cláusula de rescisión me sale
a café y quinto por partida, y es que por menos ya no lo sacas de la siesta.
Cultura, tenemos la misma que en todas
partes, que ahora con el wifi es como la lluvia y cae igual para todos. Otra
cosa es lo que cada cual quiera mojarse, y aunque seamos de secano, algunos,
bien empapados estamos para no tener presupuesto ni facultad. O, como decía mi
tío Manuel: «porsupuesto y dificultad».
De sucesos, tampoco nos libramos, si por
suceso se entiende —cosa que ocurre y tiene alguna importancia—, como pudieran
ser, una pelea por unas lindes o un garrotazo en las costillas.
Los chismorreos y asuntos del corazón son
más del verano, que vienen los forasteros y hay más juventud, mujeres y verbeneo,
pero a partir de septiembre quedamos los cuatro solteros contaos y poco damos
que hablar. Cuando nos pica mucho, nos vamos en busca de alivio para el escozor
y se acabó. Aunque todavía está en boca lo de Mediatorta; ¡saltaron
todas las alarmas! Como dicen los “tontacos” de la tele. Resulta que se trajo
una rumana de por ahí y lo dejó sin una perra y con lo puesto a los dos días.
Pero es que el gachó no le daba ni pa’ unas bragas y hasta el agua caliente le
cortaba en la ducha. O eso dicen.
Ahora hace sol y se agradece, que ya luego refresca bastante por esta época y siempre hay que echarse una “miaja” de rebeca. Humedad, ninguna. Nivel de polución, cero por cien. Si acaso, una irrisoria mancha de ozono sobre el corral de peloto, seguramente provocada por los cuescos de sus vacas, “las grecas”, como cariñosamente las llama él. Viento, tenemos a capazos. Lo digo, por si alguna de esas empresas que montan molinos eólicos, se anima y nos coloca unos cuantos, que tierra, también tenemos para dar y regalar.
Historias
hay muchas para contar, y buenas, pero es mejor que vengáis a escucharlas
cualquier noche a la fresca, cuando nuestros padres y abuelos salen a contarlas
bajo la luz amarillenta de las farolas y los críos mariposean a su alrededor
como polillas. Es cierto que hoy, por desgracia, también aquí, algunos
prefieren quedarse en su casa viendo Tele 5 o soñando con otros lugares, pero
eso ya lo tenéis en la ciudad.
#historiasrurales
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